19 jul 2012

Apuntes sobre "Bicho bola" (Yaugurú, 2012) de Victoria Estol


El bicho bola o bolita o Armadillium vulgare, tiene la capacidad de enrollamiento, de cubrirse con su propia piel ante las amenazas, ante el miedo. Pasado el peligro, comienza a desdoblarse hacia mundo exterior lentamente, saca sus partes blandas y vulnerables para mostrar que sigue vivo y entero.
Este mismo recorrido parece hacer el primer libro de Victoria Estol: los primeros poemas giran gracias a la protección de un hermetismo defensivo que le permite darse contra todo; por eso el título de la sección, “Que me roce un tren”. Las imágenes más fuertes, rebasan esta primera parte del poemario, en la búsqueda de la metáfora protectora, de la cotidianeidad desbordante: “mastico tu carne, gusano/tallo tu hueso, termita/nado en tu sangre contradictoria”.
El sexo descarnado y descarado parece pegarle una patada en el pecho al amor, burlarse de la cursilería y los preámbulos amorosos: “… me acerco al novio y le toco el culo. Lo miro distraída y entro al baño. Me bajo la bombacha. Sé que él viene”. Pero también es una forma de prevenir el ataque de los “hombres bomba”, del “gran cogedor”, del gusano que se infiltra en la manzana para pudrirla. Por eso el bicho bola blindado y no la manzana vulnerable, penetrable.
Ya en la segunda sección, comienza la apertura, su oscuridad interior emerge para poblar las páginas, el poema. La amenaza fue neutralizada pero no evitada: “en la noche entran en tropa por mis rendijas/van directo al objetivo”. A la vez que crece, expande sus patas entintadas, y encuentra un nuevo refugio: la escritura. Debe escapar del caparazón para lograrlo y hurgar en los lugares indelebles y densos, como la noche: “me gusta ver animales muertos. los miro un rato y si su especie es bien lejana a la mía, agarro un palito y los hurgo. me gusta la intimidad muerta. tiene algo de infinito”.
La última parte del libro llamada “no está bien que te pique tanto el mismo bicho”, es la más metapoética del libro. En esta sección se alcanza a vislumbrar la existencia mínima de una cotidianeidad plena. El bicho bola ya no se encierra en sí mismo bajo el hermetismo violento, tampoco se metamorfosea en otros insectos cubiertos de tinta; ahora se mira a sí mismo en su pequeña realidad, despojado del caparazón, saca una a una sus patas para, ante todo, contemplarlas él mismo: “Hay días que nadie se sienta al lado mío en el ómnibus”; “tengo un nudo en la garganta/me lo trago/cae en picada por el esófago/pica en el estómago/rebota en las tripas//se acomoda despacio entre mis ovarios…”.
Es en esta conciencia de sí mismo inmerso en un mundo fabricado por sus propias percepciones, que emerge el arte poético: “estoy llena de excepciones”, esta expresión parece definir al poemario, a cada una de las palabras que lo conforman. Todo en él es extrañeza y normalidad. Porque la poesía en sí misma es excepción; como dice Olga Orozco: “La poesía puede presentarse al lector bajo la apariencia.de muchas encarnaciones diferentes, combinadas, antagónicas, simultáneas o totalmente aisladas, de acuerdo con la voz que convoca sus apariciones”.
“Escribo poemas minúsculos y los tiro al nuevo buzón de mi pared/a quien sea que esté ahí quiero explicarle mi falta de revoque”. Pero la poesía no tapa agujeros ni encuentra a su destinatario de manera inmediata. La poesía desnuda al que la escribe y le regala un vestido a quien la lee: “desnuda me siento vestida”; aunque la desnudez también pesa, “el disfraz de piel cae/mi adentro es un cabo de manzana en el aire”, y la oscuridad del espacio vacío llama: “soplo un beso desde la orilla/y vuelvo mar adentro/donde el silencio es latido/donde el delirio encausa//donde me habito”.
Pero la poesía es un viaje de “ida y vuelta”. Del interior del bicho bola al ombligo del que recibe los poemas. De aquel que acepta el desafío de naufragar en la desnudez. Comer de la manzana. Ser el gusano que se desliza y pudre. Que hace “foco” para ver lo que hay dentro. Y esperar.

1 comentario:

  1. Me encantó el análisis y la interpretación de este fantàstico libro

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